Santo Domingo.- Los labios son 100 veces más sensibles que los dedos, y son tantas las sensaciones que provoca un beso en la boca, que se le han adjudicado diferentes funciones biológicas, así lo indica el maestro en química Ignacio Camacho de la Universidad Nacional Autónoma de México
Por esta razón en algunas parejas, sobre todo en las que tienen mucho tiempo juntas, los besos podrían ser más importantes que las relaciones sexuales, porque tienen un significado de reforzamiento de los lazos sentimentales.
Con un beso se activan hasta unos 30 músculos faciales, 17 de ellos relacionados con la lengua, se transfieren 9 miligramos de agua, otros 0,18 de sustancias orgánicas, 0,7 de materias grasas, 0,45 de sales minerales, además de millones de gérmenes, bacterias y microorganismos, y se queman, a lo largo de tres minutos, unas quince calorías.
Los expertos en psicología y antropología aseguran que cuando se esta a alguien el impulso de cerrar los ojos automáticamente sucede porque se produce una dilatación en las pupilas y el cerebro impulsa a entonarlos para evitar el deslumbramiento.
Esto ocurre debido a que mientras besamos el cerebro segrega oxitocina, la hormona de la felicidad.
El mecanismo de besar se basa esencialmente en la contracción y relajación del músculo orbicular de los labios, y de ciertos movimientos de la lengua y la cara, todo lo cual es controlado por un complejo sistema nervioso encargado de controlar los movimientos y sensaciones faciales.
Ese sistema transmite órdenes y recibe sensaciones a través de una tupida red de terminaciones nerviosas, y a su vez está conectado con otras partes del cerebro implicadas en la regulación de las emociones, la memoria y los sistemas hormonales, de cuyos mecanismos daremos alguna noticia, aunque sin entrar en profundidades. Para intentar explicarlo empezaremos por lo más inmediato: la piel de los labios.
Los labios son una frontera y como tal su cobertura es de transición entre las mucosas y el resto de la piel. Por eso es tan fina y sensible, mucho más fina que la del resto del cuerpo, salvo los otros labios, los vaginales.
También es una de las más dotadas de terminaciones nerviosas sensitivas. Por eso el beso se siente tanto y a veces se nota esa especie de “cosquilleo” eléctrico al darlos o recibirlos. Los labios y la boca están profusamente inervados e irrigados, ya que son las zonas de nuestro cuerpo.
¿Pero por qué sucede esto?
La reacción química que ocurre en el cerebro cuando decidimos besar a alguien es simplemente que al divisar a la persona que se desea besar específicamente en el córtex y las neuronas que elaboran la imagen envían estímulos nerviosos que hacen sinapsis en los centros neurales que constituyen el sistema límbico: el tálamo, el hipotálamo, la amígdala cerebral, cuerpo calloso, el septum y el hipocampo.
En estas estructuras cerebrales se procesan la memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones intensas (el placer, el miedo y la agresividad), la personalidad y la conducta.
También interviene otra estructura: la hipófisis, glándula de secreción interna ubicada en la base del cráneo, y la neurohipófisis; la primera secreta hormonas que estimulan varias glándulas, situadas en otras partes del cuerpo; la neurohipófisis sintetiza y almacena la vasopresina.
La respuesta de estos centros nerviosos consiste en sinapsis que sintetizan tres neurotransmisores fundamentales: primero la dopamina, luego la luliberina y, un poco después, la
oxitocina.
El cóctel neurohormonal resultante de un beso profundo y excitante es de tal complejidad e intensidad que se comprende que su dicha experiencia pueda resultar tan turbadora, placentera y cautivadora como el propio acto sexual.
Este 13 de abril se celebra El Día Internacional del beso, una forma delicada de expresar deseo y pasión con gran intensidad.