Editorial por Martín Córdova, CEO La Sociedad.
A veces prefiero pensar los inicios y no los cierres. Las posibilidades están agotadas en los cierres, pero en los inicios tenemos tiempo para el optimismo. Por eso, esta nota va ahora y no cerrando el año. Para leerla con el optimismo de los inicios.
Este año cumplo 10 años viviendo en el país y 15 trabajando aquí. Hay una constante que veo desde el día uno: cuando el dominicano se piensa a sí mismo, la primera palabra que le surge para definirse es “alegría”.
Hemos intentado mucho ampliar esa auto-percepción a otros conceptos que también son parte de la identidad, pero es innegable que la “alegría” da un marco para pensar la dominicanidad.
¿Por qué comienzo hablando de esto? Porque sí miramos cualquier data sobre clima social en el último trimestre de 2024 veremos cómo la “alegría” está en riesgo.
En nuestro estudio ómnibus de noviembre, vimos algunos resultados (muy en línea con otros informes) que plantean la idea de un humor social deprimido y basado en la desconfianza. Esto no es nuevo, ya lo venimos viendo hace tiempo, pero se profundizó luego de los eventos relacionados a la reforma fiscal.
Este tema fue el punto de quiebre, no sólo para la relación con el gobierno sino para el clima social general. Veamos algunos datos:
En 2023 un 53% de la población decía que el país iba en dirección correcta. En noviembre 2024 (post comunicación reforma fiscal), un 56% dice ahora que el país va en dirección incorrecta.
En 2023 la ilusión que la gente tenía sobre su futuro personal era de 70%, mientras que en noviembre 2024 baja a 44%, y si vamos a la ilusión que le generaba el futuro del país en 2023 vemos un 44% vs un 21% en 2024.
Por último, un 58% cree que estamos peor que en 2023 y un 56% cree que estaremos aún peor en 2025.
Estos datos no los damos para ponernos a llorar y sumarnos a la depresión colectiva, sino para estar atentos y entender por un lado el impacto que este clima tiene en la sociabilización, en la política y en todo aspecto cultural y por otro, pensar desde donde podemos aportar.
Uno de los impactos de un clima así de deprimido, es que se rompen ciertos lazos sociales. Todos (y todo) pasa a ser una posible amenaza.
Esta lectura podría por ejemplo explicar porque comparando 2023 vs 2024 la gente se autodefine ideológicamente desde los extremos abandonando el centro (en 2023 un 38% se ubicaba ideológicamente cómo “centro” y hoy es sólo un 14%).
En un escenario así, es lógico que luego la comunicación política sea a los gritos.
Otro dato interesante, es que quienes menos se perciben de centro son los más jóvenes (sólo un 9%). También, estos jóvenes son los que menos creen en la democracia; únicamente un 42% de ellos cree que es el mejor sistema para el país.
Ese cliché que siempre usamos (luego de 10 años aquí, permítanme sentirme parte del “nosotros”) para pensarnos, hoy no es algo tan obvio. Incluso, la excepcionalidad Dominicana de cierta paz social en un mundo convulso tampoco podemos seguir dándola cómo obvia.
La tensión sobre la alegría es la novedad que nos propone este 2025. A partir de allí, hay trabajo que hacer para encontrar nuestro rol y nuestro aporte a esa tensión.