Santo Domingo. – La coordinadora de la Pastoral Infantil de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, Bárbara Suárez, expresó su preocupación por el alarmante aumento de feminicidios y casos de violencia intrafamiliar en la República Dominicana, afirmando que esta realidad sacude “fuerte y vergonzosamente” al país.
Durante su participación en el Sermón de las Siete Palabras, celebrado este Viernes Santo en la Catedral Primada de América, Suárez reflexionó sobre la última frase de Jesús antes de morir en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46), relacionándola con el sufrimiento de las mujeres víctimas de violencia.
“Hoy, esta realidad de violencia intrafamiliar y de feminicidios sacude fuerte y vergonzosamente a la República Dominicana. Las cifras alarmantes del primer trimestre alcanzan ya a 17 mujeres asesinadas, y cientos de denuncias han sido presentadas ante el Ministerio Público”, lamentó.
Suárez recordó que detrás de cada número hay familias destrozadas, niños huérfanos y comunidades marcadas por el dolor. Citó al papa Francisco, quien ha definido este fenómeno como “un grito de socorro”, y llamó a todos los sectores de la sociedad a reaccionar.
La familia: pilar de la sociedad
La laica comprometida resaltó que la raíz de esta crisis está también en la desnaturalización del sentido y misión de la familia dentro del Plan Divino. “Dios creó al hombre y a la mujer para que fueran una sola carne, y estableció la familia como célula fundamental de la sociedad”, subrayó.
Apoyándose en el Catecismo de la Iglesia Católica, insistió en que el matrimonio está llamado a ser una expresión de amor fecundo y solidario, orientado al bien común y al cuidado mutuo.
“La Iglesia considera a la familia como la primera sociedad natural y humana. Sin familias fuertes, estables y unidas en el amor, los pueblos se debilitan”, afirmó, llamando a fortalecer los vínculos familiares y la educación en valores desde los hogares.
Llamado a la acción y esperanza
Bárbara Suárez hizo un llamado urgente a la sociedad, las instituciones y las autoridades a comprometerse activamente en la erradicación de la violencia de género y en la construcción de un entorno más justo, seguro y humano.
“Estamos llamados a darnos por amor, a vivir en consonancia con los designios de nuestro Creador. Solo juntos podremos alcanzar la plenitud de la obra redentora de Dios”, concluyó.