Fue un debate más civilizado pero no por ello exento de duros ataques.
El aspirante a la reelección presidencial en Estados Unidos, Donald Trump, y su rival por el Partido Demócrata, Joe Biden, vivieron la noche de este jueves un intenso cara a cara en el que intercambiaron fuertes acusaciones personales. Eso sí, esta vez respetando todas las formalidades.
El encuentro, realizado en la localidad de Nashville (Tennessee), estuvo marcado por las duras acusaciones de corrupción entre uno y otro candidato.
Trump citó alegaciones infundadas de que Biden se benefició personalmente de los negocios de su hijo. El demócrata, por su parte, sacó a relucir las opacas cuentas fiscales del presidente.
El mandatario intentó dibujar a Biden como el «típico político», con constantes referencias a su larga carrera y, en especial, a sus dos periodos como vicepresidente de Barack Obama.
«¿Por qué no lo hiciste en los 8 años? (…) Es todo habladuría, ninguna acción», le espetó el aspirante republicano en varias ocasiones a Biden, cuando este hablaba de sus propuestas de gobierno.
El político demócrata, por su parte, buscó mostrar a Trump como un mandatario que ha llevado al país a una profunda crisis, pero que no asume sus responsabilidades, que divide a los estadounidenses y que está desconectado de la vida de los ciudadanos comunes.
«Esto no se trata de su familia o de la mía, sino de tu familia», dijo Biden mirando a la cámara y hablándole directamente a los electores de clase media, con cuyas dificultades intentaba mostrar empatía.
«Yo seré presidente de todos los estados, no de azules o rojos», subrayó.
En opinión de Paul Danahar, editor en jefe de la BBC en Estados Unidos, el debate «fue una estrecha victoria por puntos para el presidente Trump».
«[Trump] tuvo algunas buenas líneas de ataque y se benefició de las bajas expectativas existentes tras su primer debate».
No obstante, el veterano periodista, especializado en política estadounidense, subrayó que el mandatario «necesitaba arrasar para detener la campaña de Biden y no lo consiguió».
El encuentro entre ambos candidatos había generado mucha expectativa tras su duro primer cara a cara el pasado 29 de septiembre, que acabó convirtiéndose en un encuentro caótico y de graves descalificaciones.
A ello se sumó la cancelación del segundo debate, previsto para el pasado 15 de octubre, luego de que Trump contrajera covid-19 y de que los equipos de campaña no se pusieran de acuerdo sobre las reglas del mismo.
A 12 días de las elecciones, y en un momento en el que ya millones de estadounidenses han comenzado a ejercer su derecho al voto por correo o de forma anticipada, este debate representaba una oportunidad crucial para que ambos intentaran no solo hacer llegar su mensaje a la mayor cantidad de votantes potenciales, sino marcar una diferencia ante su adversario.
El debate arrancó con el coronavirus, un asunto crucial en el país más afectado por la pandemia.
Pese a los más de 8 millones de contagiados y las más de 220.000 muertes atribuidas a la nueva enfermedad, Trump defendió la gestión de su gobierno, alegando que habían logrado grandes avances y que habían evitado la muerte de 2,2 millones de personas.
«Este es un problema mundial, pero yo he sido felicitado por los líderes de muchos países por lo que hemos logrado hacer», aseguró el presidente.
«Estamos aprendiendo a vivir con esto», manifestó Trump, insistiendo en que había que abrir la economía y las escuelas, ya que las personas estaban perdiendo su empleo y estaban aumentando los suicidios y los problemas de drogas y adicciones.
Fuente: bbc.com