Ojo por ojo. China advirtió de que tomaría represalias por el cierre de su Consulado General en Houston, y hoy ha cumplido con su promesa: Estados Unidos deberá dejar vacante su consulado de Chengdu en 72 horas, el mismo tiempo que Washington le dio a China. «El 21 de julio, Estados Unidos puso en marcha de forma unilateral una campaña de provocación a China cuando exigió el cierre del Consulado de Houston en una decisión que contraviene seriamente la legislación internacional, las normas más básicas de las relaciones internacionales, y la Convención Consular entre China y Estados Unidos, cuyas relaciones ha dañado seriamente. La medida adoptada por China es una respuesta legítima y necesaria a la injustificada provocación estadounidense», ha justificado el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado.
En China se han llegado incluso a hacer encuestas ‘online’ sobre cuál sería la legación diplomática que Pekín ordenaría cerrar, y, aunque los participantes chinos apostaban por Hong Kong o Wuhan, finalmente la afectada ha sido la que Estados Unidos tiene en la capital de Sichuan, desde la que sirve a regiones tan polémicas como Tíbet o Xinjiang. Las instalaciones, en las que trabajan unas 200 personas, ya fueron objeto de noticia en 2012 cuando dieron pie a uno de los mayores escándalos políticos de China: en su interior buscó refugio el jefe de la Policía de Chongqing, Wang Lijun, que escapaba de su superior, Bo Xilai, finalmente condenado a cadena perpetua por corrupción.
Tanto revuelo ha provocado este último rifirrafe diplomático entre las dos principales potencias mundiales que incluso la cadena de televisión oficial china, CCTV, ha comenzado a emitir en directo con cámaras fijas lo que sucede en el exterior del edificio ocre que alberga el consulado americano. La retransmisión ha llegado a congregar a 17 millones de espectadores, pero, para su decepción, de momento los diplomáticos de las barras y estrellas no han seguido los pasos de sus homólogos chinos en Houston y no han comenzado a quemar documentos en el patio.
Aunque parezca un juego de niños enfurruñados, el asunto trasciende la anécdota y eleva considerablemente la tensión a nivel global. «La situación actual en las relaciones bilaterales no es la que a China le gustaría ver y es responsabilidad exclusiva de Estados Unidos. Volvemos a urgir a Estados Unidos a que se retracte de la errónea decisión tomada y a que cree las condiciones necesarias para devolver la relación a su cauce», ha explicado el Ministerio. No obstante, parece que el Ejecutivo de Donald Trump está preparado para continuar con su órdago al Partido Comunista, y ayer así de claro lo dejó su Secretario de Estado, Mike Pompeo, en uno de los discursos más duros jamás pronunciados por un miembro del gobierno estadounidense contra China.
En cualquier caso, no es la primera vez que el gigante asiático ordena cerrar el consulado de un país extranjero. Ya lo hizo en 1962 con el que India tenía, precisamente, en la capital de Tíbet, Lhasa. No obstante, en aquella ocasión, las relaciones entre las dos potencias del continente se habían deteriorado tanto que desembocaron en una guerra que Pekín ganó rápidamente. Desde entonces, las rencillas entre ambos países han continuado, y, no en vano, hace un mes volvieron a estallar en la frontera del Himalaya que se disputan. Quizá por eso, Pompeo pidió ayer al «mundo libre» que se una para hacer frente a la «tiranía del Partido Comunista».
Vía: Hoy.es