Nueva York (EFE).- La exestrella de fútbol americano absuelta de asesinato O.J. Simpson murió a los 76 años, según anunció su familia en las redes sociales.
“El 10 de abril, nuestro padre, Orenthal James Simpson, sucumbió a su batalla contra el cáncer”, escribió en la cuenta de X del deportista su familia.
El que fuera running back de los Buffalo Bills, quien fue juzgado por el doble asesinato de su exesposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo, Ron Goldman, en los años 90, falleció el miércoles en Las Vegas, según informó su familia.
Simpson fue en su momento uno de los jugadores más importantes de la historia de la NFL. Tras brillar en su carrera colegial con los Southern California Trojans, con los que llegó a ganar en 1968 el prestigioso Trofeo Heisman, que reconoce al mejor jugador de fútbol americano universitario de Estados Unidos, OJ firmó por los Buffalo Bills, con los que firmaría una carrera rutilante.
Entre sus innumerables logros, reseñar que fue el primer jugador en sumar más de 2.000 yardas (2.003) en una sola temporada (1973), lo que le valió para ser elegido como el Jugador Más Valioso de la NFL aquel año.
Simpson llegó a jugar seis Pro Bowls, el partido que reúne cada temporada a las grandes estrellas de la NFL, y en 1985 entró en el Salón de la Fama de la liga profesional de fútbol americano. Cuando se retiró en 1979, tras dos años grises en los San Francisco 49ers, era el segundo jugador con más yardas terrestres de la historia de la competición (19.236).
Sin embargo, nada de esto explica su notoriedad en España, en donde se le conoce mucho más por su labor como actor y, sobre todo, por el polémico juicio que protagonizó en la década de los noventa, que quizás siga siendo el más mediático de la historia.
Simpson, que tenía una personalidad arrolladora, se hizo muy popular en Estados Unidos y protagonizó numerosas campañas publicitarias. En nuestro país era inicialmente conocido por participar en la trilogía cómica Agárralo como puedas como compañero de Leslie Nielsen.
Una imagen amable y cercana que saltó por los aires en 1994, cuando fue acusado de los asesinatos de su exesposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo, Ron Goldman. Su propia detención, tras una persecución policial en coche con tintes hollywodienses por una autopista de Los Angeles, fue sólo el anticipo de un juicio que es ya historia.
Su juicio se convirtió en un singular plebiscito sobre el racismo en la sociedad estadounidense, a la que dividió en dos, con la población afroamericana defendiendo mayoritariamente la inocencia de uno de sus grandes iconos.
El 3 de octubre de 1995, tras 15 meses del proceso judicial más mediático de la historia, OJ fue declarado no culpable de ambos asesinatos y salió en liberta pero su imagen quedó dañada para siempre. De hecho, sólo dos años después fue declarado culpable de ambas muertes por una corte civil y obligado a pagar 33.500.000 dólares por daños.