Un día como hoy, 15 de octubre de 1935, nació María Teresa Mirabal, la menor de las hermanas Mirabal, asesinadas brutalmente por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Tenía apenas 25 años cuando perdió la vida, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y valentía en la República Dominicana.
Infancia privilegiada en Salcedo (1935–1949)
María Teresa nació en Ojo de Agua, Salcedo, en una familia de clase media rural que vivía con cierta comodidad gracias a las tierras agrícolas y al esfuerzo de su padre, Enrique Mirabal, un comerciante respetado en la región. Creció rodeada de afecto, libros y disciplina, en un ambiente donde las mujeres podían estudiar, algo poco común en los años 30 en el país.
Durante su infancia, Trujillo ya llevaba años en el poder. Su presencia era omnipresente: en escuelas, monedas y murales. En el hogar de los Mirabal, la política rara vez se discutía abiertamente, pero se respiraba un silencio cauteloso: la familia conocía los abusos del régimen y la represión contra cualquiera que osara criticar al “Jefe”.
El primer golpe directo a la familia llegó en 1949, cuando Minerva, la tercera hermana, rechazó los avances de Trujillo en una fiesta oficial en San Cristóbal. La ira del dictador fue inmediata: la familia fue vigilada, el negocio de su padre saboteado y Enrique Mirabal interrogado repetidamente. María Teresa, aún adolescente, comenzó a comprender que la política no era un asunto lejano, sino una amenaza real para su hogar.
Juventud y despertar político (1954–1959)
En 1954, María Teresa ingresó a la Universidad de Santo Domingo para estudiar agrimensura. Allí, entre libros y debates discretos, entró en contacto con grupos de estudiantes que discutían sobre libertad y justicia. Este contacto con ideas críticas despertó su conciencia política y fortaleció su determinación de actuar.
En 1957 conoció a Leandro Guzmán, un estudiante de ingeniería comprometido con la oposición clandestina. Se casaron y tuvieron una hija, Jaqueline. A través de él y de Minerva, María Teresa se unió al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, inspirado en la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo de 1959, que buscaba derrocar al dictador.
Ese mismo año, la represión se intensificó: las casas de los Mirabal fueron allanadas, sus pasos vigilados y su antigua vivienda, símbolo de prosperidad, se transformó en un espacio de conspiración. María Teresa participaba activamente en la resistencia: imprimía panfletos, guardaba armas y organizaba reuniones secretas.
Cárcel, tortura y resistencia (1960)
En enero de 1960, María Teresa y su esposo fueron arrestados. Durante su encarcelamiento en La Victoria y Puerto Plata, fue torturada e interrogada. Sus cartas desde la prisión revelaban una madurez política y moral impresionante: hablaba de esperanza, dignidad y del deber de resistir frente a la opresión.
El 9 de agosto de 1960, en un gesto extraño y por disposición expresa de Trujillo, María Teresa y Minerva fueron puestas en libertad, mientras que sus maridos permanecieron en prisión. Este acto tenía un doble propósito: por un lado, Trujillo buscaba aparentar generosidad; por otro, mantenía la presión y el hostigamiento sobre quienes consideraba una amenaza. En el caso de las hermanas Mirabal, la liberación no significó seguridad ni libertad de sus actividades, ya que su hogar continuaba bajo vigilancia constante. A pesar del miedo y de los ruegos familiares, María Teresa se negó a abandonar el país o detener su lucha, consciente de que el silencio no detendría la represión.
El trágico final (25 de noviembre de 1960)
El 25 de noviembre de 1960, mientras regresaban de visitar a sus esposos presos en Puerto Plata, María Teresa, Minerva y Patria fueron interceptadas por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Las tres hermanas fueron brutalmente golpeadas y estranguladas, y sus cuerpos arrojados por un barranco para simular un accidente. La noticia conmocionó al país y marcó el principio del fin del régimen: Trujillo sería asesinado seis meses después.
Teorías sobre la participación de la CIA
Trujillo había consolidado el control sobre todas las tierras y riquezas del país, bloqueando eficazmente las ambiciones neocoloniales de Estados Unidos. Algunos teóricos sugieren que la CIA pudo haber estado involucrada en el asesinato de las Mirabal, buscando que la indignación pública se dirigiera contra el dictador y acelerara su caída. Aunque estas afirmaciones no han sido confirmadas, reflejan el contexto geopolítico de la época y la complejidad de la resistencia dominicana.