Guayaquil (Ecuador) (EFE).- Luisa González, una abogada de origen campesino, lidera por segunda vez en su vida la esperanza del correísmo de volver a presidir Ecuador, forjada como política en el seno de la Revolución Ciudadana (RC), donde ha tomado las riendas del movimiento con la absoluta confianza del expresidente Rafael Correa (2007-2017) para tratar de hacer historia en el país y ser la primera mujer en ganar unas elecciones presidenciales.
«Esperamos que el 13 de abril podamos gritar presidenta con ‘a’», proclamó González días atrás al parafrasear el mensaje que le había enviado la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien deseó que la correísta pudiera marcar un hito para las mujeres, como ella hizo en su país.
González, quien se enfrentará en la segunda vuelta al actual presidente y candidato a la reelección, Daniel Noboa, ya estuvo en la misma situación hace apenas año y medio en las elecciones extraordinarias de 2023, cuando el joven empresario resultó ganador.
La derrota no amilanó a la candidata, quien se mantuvo al frente de la Revolución Ciudadana como su presidenta, y dio la sorpresa en la primera vuelta de los actuales comicios al lograr el 44 % de los votos y quedarse a menos de 17.000 votos de Noboa, lo que supuso el mejor resultado del correísmo en una primera vuelta sin Correa como candidato.
Una abogada de origen campesino
La candidata de la izquierda nació hace 47 años en la capital Quito por «casualidad», durante unas vacaciones familiares, lejos de Canuto, el pueblo rural de la provincia costera de Manabí de donde es originaria su familia y donde creció junto a sus padres y abuelo, quien siempre le dijo que ella no iba a seguir el camino que se suponía tendría una niña del campo.

De esos orígenes se identifica orgullosamente como montubia, el grupo de aguerridos campesinos y ganaderos de la costa ecuatoriana donde desde pequeña aprendió a trabajar el campo con machete y a disfrutar de sus costumbres. Para celebrar y brindar prefiere siempre «currincho» (licor de caña tradicional), incluso por delante de un whisky.
Madre de dos hijos y divorciada, siempre se ha reivindicado como una mujer de carácter fuerte, valiente, independiente y luchadora, que tuvo que sacar adelante sola a su familia desde muy joven, cuando le tocó estudiar, trabajar y cuidar a la vez.
Cristiana y de izquierda
Pese a ser candidata de un movimiento político de izquierda, González nunca ha ocultado sus profundas creencias religiosas. Es una devota cristiana e incluso ha manifestado asistir regularmente a una iglesia evangélica. Su fe la lleva representada en varios tatuajes, uno de ellos una rosa en la espalda cuyo tallo es un versículo.
Esto le ha traído críticas de otros sectores de izquierda, como colectivos feministas que le reprochan su postura contra la despenalización del aborto. Recientemente también rechazó el «cambio de sexo en los menores», si bien en esta campaña electoral ha abogado por un Estado laico y la defensa de las conquistas sociales.
La lucha que sí ha decidido abanderar es la de la violencia contra las mujeres, que dice, ha sufrido en carne propia durante el ejercicio de su vida política. Asegura que la han atacado en muchas ocasiones por el hecho de ser mujer y que le han dicho «títere» del expresidente Correa sin mirar su hoja de vida o su experiencia.

También ha encarado a Noboa, especialmente en el transcurso del debate electoral, cuando le llamó «majadero» y le acusó de no respetarla como mujer. Desde entonces ha llamado a las mujeres a no quedarse calladas, porque «no ha habido -explica- un proceso de revolución y de cambio sin la presencia y la lucha de las mujeres».
De llevar agenda presidencial, a ser la candidata
González tiene estudios en Administración Pública y Economía. Su carrera política comenzó a agarrar vuelo cuando fue coordinadora de la Agenda Estratégica Presidencial (2010), lo que la llevó a convertirse en un persona de gran confianza de Correa, al que considera su principal mentor.
Después ejerció de viceministra de Gestión Turística (2014), secretaria general del Despacho Presidencial (2015) y secretaria nacional de la Administración Pública (2017). También fue vicecónsul de Ecuador en Madrid (2011) y cónsul en Alicante, en España, en 2017, además de secretaria general de la Superintendencia de Compañías, en Quito.
Se lanzó a la política activa tras el fin del mandato de Correa, y en 2021 fue elegida como integrante de la Asamblea Nacional (Parlamento).
Tras la «muerte cruzada» invocada por el presidente Guillermo Lasso (2021 – 2023) al disolver el Parlamento y poner fin a su Presidencia, el nombre de Luisa González empezó a sonar con fuerza para encabezar el retorno del correísmo al poder como aspirante a la Vicepresidencia de la mano del entonces candidato presidencial Andrés Arauz.
Fuente: EFE