Santo Domingo.- Las salvas se ejecutan mediante el disparo de un determinado número de cañonazos sin proyectiles,(solo la carga propulsora) y constituye una señal de bienvenida, saludo, expresión de júbilo, conmemoración de grandes acontecimientos, etc.
El saludo se da en honor a los presidentes, de una bandera nacional, en honor a un dignatario o funcionario visitante, como un honor para la realeza, los presidentes pasados y futuros, y para llorar la muerte de un presidente.
Otros países también utilizan el saludo de 21 cañonazos en honor a sus líderes militares y políticos.
Esta práctica se remonta a la aparición de las primeras armas de artillería y se prolongó durante mucho tiempo transformándose en costumbre obligatoria, que se extendió también a la marina, la que ejecutaba las salvas cuando un barco se aproximaba a un puerto amigo o neutral o se cruzaba con otro durante la navegación, evidenciando la ausencias de intenciones ofensivas.
Al parecer el probable origen de la salva de 21 cañonazos fue en la ciudad alemana de Augsburgo (Baviera) cuando se realizaron los preparativos para la recepción del Emperador Carlos V (1500-1558).
Según crónicas de la época, al arribo del soberano debía ejecutarse una salva de cien cañonazos. Tras la prolongada serie de estampidos, el oficial encargado de la operación, equivocando la cuenta, ejecutó un disparo más.
Esta práctica de 101 cañonazos se repitieron en las ciudades vecinas, pero más adelante, tal vez por el tiempo que demandaba la operación o por razones de economía, la serie se disminuyó a veintiuno, conservándose el histórico cañonazo impar agregado por aquel artillero.
Orígenes del disparo de 21 salvas de artillería
El Centro de Historia Militar del Ejército de Estados Unidos, dice que una de la primera civilización para crear un saludo militar eran tribus africanas. Se volvieron sus lanzas al revés mirar amenazante. El primer uso de un saludo arma de fuego fue en 1300, con la introducción de las bolas de cañón. A partir de aquí, se eligió la opción de 21 armas de fuego debido a la superstición que rodea múltiplo de siete. Muchos países han adoptado una salva de 21 disparos en 1700.
También se habla de un probable origen en la ciudad alemana de Augsburgo, Baviera, cuando se realizaron los preparativos para la recepción del Emperador Carlos V (1500-1558). Al arribo del soberano debía ejecutarse una salva de cien cañonazos. Tras la prolongada serie de estampidos, el oficial encargado de la operación, equivocando la cuenta, ejecutó un disparo más.
Esta práctica de 101 cañonazos se repitió en las ciudades vecinas, pero más adelante, tal vez por el tiempo que demandaba la operación o por razones económicas, la serie se disminuyó a veintiuno, conservándose el histórico cañonazo impar agregado por aquel artillero. También se cuenta que el origen del saludo protocolar de veintiuna salvas de artillería tiene su origen en el siglo XIV, cuando los cañones sólo podían dispararse una vez.
El modo que tenían los navales para demostrar sus intenciones pacíficas era descargando su artillería. Para ello saludaban disparando siete cañones de una vez, dejándolos sin posibilidades de ataque, y los cañonazos se contestaban desde el puerto con igual número de disparos.
Luego, con el advenimiento de las baterías terrestres que podían disparar tres tiros, el saludo pasó a ser de 21; haciéndose tronar tres veces consecutivas los siete cañones.
La Marina de Estados Unidos tenía como reglamento en 1818 que cuando el presidente llegó en un barco que iba a ser recibidos con un 21 cañonazos. Las 21 armas no eran una ley nacional hasta 1842, cuando se convirtió en el saludo oficial del presidente. En 1890, el presidente de 21 cañonazos se ha convertido en el funcionario nacional para todas las grandes celebraciones, funerales y eventos nacionales.