Santo Domingo. – El economista Juan Ariel Jiménez, en su reciente artículo, analiza críticamente el proyecto de reforma fiscal presentado por el gobierno dominicano, destacando su impacto significativo en las finanzas de la clase media. Según Jiménez, el dominicano promedio enfrentará un aumento de 21,861 pesos en los costos de sus compras de supermercado debido a la inclusión de productos básicos, como la carne y los víveres, dentro del 18% del ITBIS, además de nuevos impuestos sobre bebidas azucaradas y alcohólicos.
El impuesto a la propiedad inmobiliaria (IPI) también afecta a millas de familias que antes estaban exentas, con pagos de hasta 48,353 pesos anuales. Los vehículos no están exentos de este incremento, ya que los hogares deberán pagar entre 1,500 y 3,000 pesos adicionales por cada uno, lo que podría sumar hasta 6,000 pesos anuales en el caso de familias con más de un automóvil. Además, las compras digitales e internet generarán impuestos adicionales de alrededor de 3,191 pesos.
Jiménez señala que este conjunto de medidas representa un «durísimo golpe al bolsillo» de la clase media, con un incremento anual en los gastos de entre 54,844 y 103,865 pesos, lo que reduce el poder adquisitivo de una familia media en un 15%. Esto, según el economista, implica que el gobierno está exigiendo a las familias entregar «1 de cada 7 pesos que tanto esfuerzo les cuesta ganar».
El artículo también cuestiona la justificación del gobierno, que argumenta que la reforma es necesaria para equilibrar las cuentas. Sin embargo, Jiménez señala que el objetivo principal de la reforma no es reducir la deuda pública, sino aumentar el gasto gubernamental. Según el economista, esto no se justifica considerando la ineficiencia del gobierno en la administración de servicios básicos.
Finalmente, Jiménez sugiere dos alternativas viables: la reducción del gasto público innecesario y la lucha contra la evasión fiscal. Señala que si se reducen los gastos en la nómina pública y los subsidios al sector eléctrico a niveles de 2019, se podría evitar el incremento de impuestos sin comprometer las finanzas del Estado. Asimismo, reducir la evasión fiscal podría generar los ingresos necesarios sin necesidad de una reforma que afecte directamente a los hogares dominicanos.
En conclusión, Jiménez aboga por un cambio en el enfoque del debate, priorizando la reducción del gasto improductivo y la evasión fiscal antes de imponer una carga adicional sobre la clase media, que ya soporta un peso considerable.
Articulo Integro:
Luego de tanto misterio, el gobierno finalmente presentó la tan esperada y temida reforma fiscal, que en pocas palabras, se traduce en un aumento de impuestos que recae mayormente sobre la familia dominicana, especialmente sobre la clase media. Los funcionarios y comunicadores cercanos al gobierno intentarán convencerte de que este sacrificio es necesario, que con estos recursos se construirá la República Dominicana de tus sueños. Otros, con una visión dramática, proclamarán que estamos al borde del abismo y que el país va camino al apocalipsis. Este es el juego democrático: diferentes voces, distintas perspectivas.
Sin embargo, más allá de esos discursos, quiero invitarte a hacer un ejercicio simple pero crucial: veamos juntos cuánto le costará realmente esta reforma a tu bolsillo y qué otras alternativas existen para evitar este golpe.
Impacto en tu bolsillo
En primer lugar, la familia dominicana promedio gastará alrededor de 21,861 pesos más en sus compras de supermercado el próximo año. Esto se debe a que productos básicos como la carne de cerdo, la carne de res, el café y muchos víveres pagarán un 18% de ITBIS, mientras que las bebidas azucaradas, como el jugo de naranja y la malta, ahora tendrán un mayor impuesto selectivo. Sumado a esto, también aumentarán los impuestos sobre las bebidas alcohólicas.
En segundo lugar, miles de familias que hoy en día no pagan el Impuesto a la Propiedad Inmobiliaria (IPI) tendrán que empezar a hacerlo, desembolsando hasta 48,353 pesos al año. Adicionalmente, por cada vehículo en el hogar se pagará entre 1,500 y 3,000 pesos adicionales de costo de marbete, por lo que un hogar con dos vehículos le tocará pagar hasta 6,000 pesos anuales más de impuestos.
Por otro lado, si un hogar utiliza servicios digitales o compras por internet, le tocará pagar impuestos de aproximadamente 3,191 pesos el próximo año.
Golpe a la clase media
Esta reforma representa un durísimo golpe al bolsillo dominicano. Una familia dominicana de clase media verá un aumento en sus gastos de entre 54,844 y 103,865 pesos el próximo año solo por concepto de aumento de impuestos. Visto de forma mensual, esta reforma fiscal le costará mensualmente entre 4,570 y 8,655 pesos a la clase media dominicana. Si consideramos que una familia de clase media gana alrededor de 56,000 pesos al mes, estamos hablando de una reducción de hasta 15% en su poder adquisitivo. En términos sencillos, el gobierno está pidiéndote que entregues 1 de cada 7 pesos que tanto esfuerzo te cuesta ganar, solo para cubrir los nuevos impuestos de esta reforma.
Y claro, el gobierno sabe que este golpe al bolsillo de la clase media no será bien recibido, por eso intenta justificar la reforma diciendo que es la única manera de equilibrar las cuentas. Pero, ¿es eso realmente cierto?
Objetivo de la reforma
De forma sorpresiva, la reforma anunciada por el gobierno no busca reducir los niveles de deuda pública, ni cambiar el modelo económico en línea con lo dispuesto en la Estrategia Nacional de Desarrollo. No, la mayor parte de esta reforma está destinada a aumentar el gasto del gobierno. En pocas palabras, es quitarle dinero a las familias para que el gobierno pueda gastar más. Y ya sabemos lo poco eficiente que ha sido el gobierno, donde 4 años después todavía el Sistema 911 no funciona, y de vez en cuando hasta los semáforos dejan de funcionar.
Pero si se quisiera dar un nuevo voto de confianza al gobierno y permitirle que gasten más, esta vez esperando mejores resultados, ¿solo puede ser financiado con mayores impuestos?
Dos soluciones posibles
Aquí es donde quiero ser claro: esta reforma no es la única salida. Existe una alternativa viable que debería estar en el centro del debate, y es la reducción del gasto público innecesario.
A modo de ejemplo, solo con reducir el gasto en la nómina pública no esencial (excluyendo educación, salud y policía) a los niveles de 2019, se podría evitar el incremento del ITBIS. Como segunda alternativa, si se lograra reducir las pérdidas del sector eléctrico hasta llevarlas a los niveles de 2019, para así reducir el subsidio eléctrico, tampoco habría necesidad de tocar el ITBIS.
Por otro lado, si el gobierno decidiera reducir poco más de la mitad el gasto en publicidad, podríamos evitar el aumento en los pagos del impuesto a la vivienda. Adicionalmente, solo eliminar los “eventos y fiestas gubernamentales” permitiría ahorrar lo suficiente para cubrir el aumento del marbete sin que la familia dominicana tenga que pagar un centavo más. En pocas palabras, si el gobierno decidiera reducir el gasto corriente improductivo, se podría generar un ahorro de más de 205 mil millones de pesos, evitando por completo la reforma fiscal recientemente anunciada, y hasta le sobra dinero. Pero, en lugar de tomar estas medidas sensatas, han optado por la opción más fácil: cargar el costo sobre los hombros de la clase media.
Otra solución práctica es combatir la evasión fiscal. Reducir la evasión del impuesto sobre la renta de las empresas al promedio latinoamericano permitiría al gobierno recaudar casi la mitad de lo que espera con esta reforma. Y si, además, se redujera la evasión del ITBIS al mismo nivel, prácticamente no se necesitaría una reforma fiscal.
Conclusión:
cambiemos el debate
En conclusión, la discusión de la reforma debió iniciar con los objetivos que busca la misma, pues no es cierto lo que se ha querido decir que esta reforma era inevitable, al menos no una reforma como ésta que lo que busca es permitir al gobierno aumentar el gasto público. En lugar de discutir una reforma que le costará al dominicano promedio casi el 20% de sus ingresos, sería mucho mejor discutir mecanismos efectivos de reducción del gasto público improductivo y de reducción de la evasión.
Al final del día, la pregunta no es solo cuánto más puede soportar la clase media, sino cuánto tiempo más estamos dispuestos a aceptar que el gobierno siga mirando hacia otro lado cuando se trata de sus propios gastos.