Santo Domingo.– Cuatro meses después del colapso de la discoteca Jet Set, que dejó un saldo devastador de más de 236 fallecidos, el país aún no encuentra consuelo ni respuestas claras. En el lugar donde alguna vez reinó la música y la celebración, hoy predominan el silencio, el luto y una exigencia persistente: justicia.
El desplome, ocurrido la madrugada del 8 de abril mientras se presentaba el merenguero Rubby Pérez, marcó una de las peores tragedias civiles en la historia reciente de la República Dominicana. Desde entonces, familiares, amigos y ciudadanos continúan visitando la zona, dejando flores marchitas, velas consumidas y fotografías que mantienen viva la memoria de quienes perdieron la vida.
A pesar del tiempo transcurrido, las investigaciones oficiales no han generado resultados concluyentes. Las preguntas sobre posibles fallas estructurales, falta de supervisión o negligencia administrativa siguen sin respuesta, alimentando la frustración de una población que siente que la tragedia pudo haberse evitado.
El lugar continúa bajo vigilancia policial, como si el país entero esperara que la justicia llegue en algún momento. Mientras tanto, el dolor se mezcla con la rabia, y el recuerdo de una noche que debía ser de alegría sigue generando ecos de pérdida e impotencia.