Santo Domingo. – En la meditación de la quinta palabra de Jesús en la cruz: “Tengo sed”, el diácono Frank Luis de la Cruz Alcequiez, de la parroquia Resurrección del Señor en Engombe, elevó un llamado de atención sobre la situación del sistema judicial y penitenciario en la República Dominicana, durante su participación en el Sermón de las Siete Palabras, celebrado en la Catedral Primada de América.
El reverendo expresó que la Iglesia Católica ora por los jueces, fiscales y los responsables del sistema penitenciario, para que nunca olviden que, al final de sus días, “Dios será su juez”. Según De la Cruz Alcequiez, Jesús es el juez universal que medirá a cada ser humano según su fidelidad expresada en una vida justa y coherente.
“El que administra justicia en la tierra también será juzgado en el cielo”, advirtió el diácono.
En su reflexión, el religioso enfatizó que uno de los retos más urgentes de la Pastoral Penitenciaria es la defensa de los derechos humanos de las personas privadas de libertad. Denunció que la violación de estos derechos genera exclusión, dolor y mayor marginación dentro del sistema carcelario.
“La Iglesia proclama que los derechos humanos son universales, inviolables e inalienables, y deben ser protegidos en su totalidad”, insistió.
Mora judicial y hacinamiento
El diácono reconoció que aunque la Ley 113-21 ha representado un paso en la dirección correcta y se ha anunciado la apertura del centro penitenciario Las Parras, el problema de fondo persiste: la mora judicial.
Recordó que incluso el presidente de la Suprema Corte de Justicia admitió públicamente que la mora judicial es el mayor obstáculo del sistema de justicia dominicano. “Esta mora tiene rostros y nombres: son los presos preventivos que siguen en espera de juicio, con medidas de coerción indefinidamente reenviadas, y que prácticamente se pudren en nuestras cárceles”, denunció.
De la Cruz Alcequiez también alertó sobre el hacinamiento crítico en los centros penitenciarios: “Una celda diseñada para 40 personas termina albergando 200”, describió, calificando este panorama como “el hacinamiento más terrible y perverso que podamos imaginar”.
Concluyó su intervención exhortando a las autoridades a actuar con justicia, humanidad y responsabilidad, y recordó que la sed de Jesús en la cruz también representa hoy la sed de justicia de miles de dominicanos privados de libertad en condiciones indignas.