Las redes sociales se han convertido en un medio de presión de los diferentes sectores
Desde las primeras semanas de asumir la Presidencia, el presidente Luis Abinader ha tenido que variar toda suerte de disposiciones, desde sanitarias hasta burocráticas, atendiendo a las presiones que se vuelcan en redes sociales por el rechazo a las mismas.
Donde más zigzagueo ha habido es con las medidas restrictivas para enfrentar la propagación de la covid-19, en tanto diversos sectores económicos, y amplios segmentos de la sociedad, reclaman más flexibilidad en los horarios del toque de queda, argumentando problemas financieros y hastío.
Aunque el Gobierno hizo concesiones en ese sentido, contraviniendo inclusive las recomendaciones de las autoridades de salud, al incrementarse los casos de covid-19, desde mediados de diciembre no tuvo más remedio que aumentar los controles.
Esto se dio justo cuando se había anunciado más apertura por las festividades de fin de año y para lo cual muchos comercios se prepararon, pero luego tuvieron que cerrar. Igual pasó con muchos planes familiares de desplazamiento hacia el interior del país.
Posterior a la fiestas volvieron a cambiar los horarios de toque de queda con mayor cantidad de horas de desplazamiento permitidas.
También tuvo que variar las disposiciones sobre las reuniones para complacer a las iglesias que criticaron se suspendieran los oficios religiosos. Además se permitió la apertura de restaurantes a media capacidad.
Multas. La última piedra de choque del Gobierno es el tema de las multas a quienes violen el toque de queda, que parecían insignificantes antes que el Ministerio Público diera a conocer que por ese concepto se han recaudado más de RD$62 millones.
Pero las presiones que antecedieron a la publicación de esa información, sobre la legalidad de ese cobro de parte del Ministerio Público, obligó a esa dependencia a revocar la medida.
Centralización.
El Gobierno también tuvo que variar sus relaciones con los medios de comunicación en el ámbito de la pandemia, ya que la decisión de monopolizar las informaciones solo a través del Gabinete de Salud generó un fuerte rechazo porque se interpretó como una forma de ocultar hechos.