La XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno comenzó de manera oficial este viernes en la ciudad de Santo Domingo, con un acto celebrado en la fortaleza colonial de Ozama, la primera estructura militar permanente de América.
Los líderes iberoamericanos fueron recibidos uno a uno por el presidente, Luis Abinader, su esposa, la primera dama Raquel Arbaje, y el secretario general iberoamericano, el chileno Andrés Allamand.
“Esta será una cumbre dedicada a las personas y dirigida a tener resultados concretos”, dijo Allamand, el primero en intervenir en el acto inaugural de la reunión regional, que tendrá mañana su jornada principal con la celebración del plenario de sesiones.
Esto implica, afirmó Allamand en su discurso, “orientar la actividad asociada a esta reunión hacia la obtención de resultados concretos que tengan un impacto positivo en la calidad de vida de los iberoamericanos”.
Para lograrlo, se someterá a la consideración de los países tres instrumentos decisivos para cumplir los derechos y afianzar la Comunidad Iberoamericana: la Carta Medioambiental Iberoamericana, la Estrategia de Seguridad Alimentaria y la Carta de Principios y Derechos Digitales, precisó el secretario general iberoamericano.
Por su parte, Abinader recordó que al asumir la celebración de la Cumbre “nos propusimos dar continuidad a los propósitos y lineamientos” de las anteriores “con miras a la Agenda de 2030 de desarrollo sostenible.
Subrayó la unidad existente entre los países de la comunidad iberoamericana “no solo por las lenguas, la historia o la geografía. Son más lazos los que nos unen que los que nos separan”.
“La divina providencia colocó a los dominicanos en el centro del continente, nexo entre Europa y el Nuevo Mundo. Hoy, en un momento crucial para la humanidad, cuando nos enfrentamos a un cambio de época, paradigmas que dábamos por sentados, más que nunca es necesario buscar una utopía posible”, dijo.
Abinader recordó que “enfrentamos retos comunes que requieren respuestas colectivas. La apuesta por la gente, por la gente y el crecimiento, nos obliga a rebasar los limites de la retórica”.