El ciclón Eta, que causó la semana pasada más de 200 muertos y desaparecidos en Centroamérica, ha afectado a más de un millón de niños en la región, reveló este miércoles Unicef.
“Varios días de lluvias torrenciales e inundaciones catastróficas provocadas por la tormenta tropical Eta han devastado la vida de más de 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes en Centroamérica”, señaló Unicef en un comunicado.
La cifra de menores afectados en la región “se espera que aumente a medida que los equipos de rescate accedan a las áreas más afectadas”, advirtió el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.
Eta azotó Nicaragua como un huracán de categoría 4 y volvió al Caribe después de atravesar Honduras como depresión tropical.
En toda Centroamérica, los fuertes vientos y lluvias dañaron parcial o gravemente infraestructuras como hospitales, escuelas, puentes, carreteras y sistemas de agua.
Unicef calcula que más de 110.000 personas, incluidos unos 44.000 niños, fueron evacuadas a refugios temporales en los siete países del istmo.
“Vi que mi casa se derrumbaba, así que fui a un refugio. Me sentí mal, no me queda nada. No tengo uniforme escolar”, manifestó John Dell, un niño de 13 años de Bilwi, en el Caribe Norte de Nicaragua, una de las zonas más golpeadas por el ciclón.
“Todas mis camisas y pantalones se han perdido. Me gustaría recuperar mi casa y tener comida y agua”, agregó Dell, en un testimonio recogido por Unicef.
El director regional interino de Unicef para América Latina y el Caribe, Bernt Aasen, comentó que muchas familias han perdido sus hogares o quedaron varadas en los techos, bloqueadas en áreas inundadas, sin electricidad y aisladas del resto de sus comunidades.
Unicef prevé que las necesidades de los niños afectados crecerán en los próximos días, y ha repartido equipos de higiene, tanques de agua, tabletas de desinfección, pruebas para el control de la calidad del agua y materiales recreativos.
“El acceso a agua y saneamiento de calidad se ha vuelto muy problemático en las áreas más afectadas por Eta”, alertó Aasen.
“Ahora está aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua para los niños, al igual que el riesgo de propagación del covid-19 en los refugios”, añadió.