LHOKSEUMAWE, Indonesia (AP) — Casi 1.000 musulmanes rohinya de Myanmar han llegado en botes a la provincia indonesia de Aceh en los últimos seis días, informaron autoridades el lunes.
Entre ellos había cinco grupos con mujeres y niños que llevaban días en el mar. Un grupo de más de 240 refugiados fue rechazado por los habitantes del distrito Aceh Utara, lo que provocó consternación entre organizaciones de derechos humanos. Los refugiados finalmente desembarcaron en el distrito Bireuen el domingo en la mañana.
“Agradecemos a las autoridades y a las comunidades locales que los han recibido, y en el futuro esperamos que este espíritu de solidaridad y humanidad siga siendo otorgado a refugiados que necesitan asistencia y protección”, afirmó en un comunicado el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados.
Los refugiados han soportado una difícil travesía por mar. La mayoría provienen de campamentos de refugiados en Bangladesh, a donde más de 700.000 habían huido tras una ola represiva del ejército de Myanmar en agosto de 2017. Las fuerzas de seguridad de Myanmar han sido acusadas de violaciones, matanzas e incendios de miles de casas de rohinyas.
La mayoría de los refugiados había tratado de llegar a Malasia, pero sólo alcanzó a arribar a Indonesia.
“El impedir la llegada de cientos de refugiados rohinya es un enorme retroceso para Indonesia, donde previamente las comunidades han mostrado generosidad y humanidad hacia quienes buscan seguridad tras peligrosas travesías por mar”, dijo Usman Hamid, director ejecutivo de Amnistía Internacional Indonesia.
Posición de Indonesia
Indonesia argumenta que no es firmante de la Convención sobre Refugiadas firmada en 1951 y que no tiene ni la obligación ni la capacidad de aceptar a los refugiados.
“Hemos aceptado a los refugiados solamente por razones humanitarias. Irónicamente, muchos países que sí son firmantes de la convención cerraron las puertas o expulsaron a los refugiados”, declaró en un comunicado Lalu Muhamad Iqbal, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Indonesia.
Añadió que la buena voluntad de Indonesia ha sido explotada por traficantes que sólo buscan lucrar sin importarles la suerte de los refugiados, especialmente los más vulnerables como mujeres y niños.