La cárcel La Picota que aloja el narcotraficante dominicano, César Emilio Peralta, mejor conocido como “El Abusador”, implicado ahora en el asesinato de un recluso, fue señalada como una central telefónica donde reclusos realizaban llamadas extorsivas.
El delito fue descubierto por el grupo Demoledor del Gaula de la Policía y otras autoridades.
La modalidad de engaño más utilizada desde las cárceles es la falsa encomienda, un tipo de extorsión que afecta a un centenar de victimas en las más importantes capitales de Colombia.
Es una técnica criminal, que en último mes ha dejado cerca de 40 víctimas en el país, y que realizan los presos con tan solo un teléfono celular desde las cárceles. Por eso, el operativo de los uniformados en La Picota fue muy minucioso.
Durante la inspección, los uniformados encontraron, además de dos docenas de teléfonos celulares, un calabozo muy particular ubicado casi en la mitad del pasillo de uno de los patios.
Para los investigadores, es una celda adecuada para una central telefónica y desde allí realizar las llamadas extorsivas a diferentes partes de Colombia, incluso a otros países.
La celda permanecía sola mientras en el pasillo se evidenciaba un hacinamiento.
Justamente, un agente encubierto en la cárcel La Picota grabó, días antes, a los reclusos reunidos en la celda, cada uno con su teléfono celular realizando, dicen los investigadores, extorsiones.
“Tendríamos que ir directamente y verificar con el director del establecimiento de orden nacional por qué permite esto. Y si es así, iniciamos las investigaciones correspondientes, pero quiero decirlo: aquí no hay comodidades”, afirma el general Mariano Botero, director del Inpec.
En otro calabozo, los agentes encontraron lujos como puertas de madera, un baño privado totalmente enchapado y sofisticadas cortinas.
“Son eventos que deben ser investigados y colocados a disposición de la parte disciplinaria y de la parte penal a la Fiscalía General de la Nación, por eso me gustaría que esto que se dé a conocer como denuncia y se investigue al jefe del gobierno, como es el director”, dijo el general.
Agregó que se han adelantado investigaciones sobre 14 directores, los cuales hoy tienen que estar respondiendo frente a estos malos comportamientos y estas malas prácticas, que, «de una u otra manera, también alteran el orden interno de los establecimientos”.
Lujos y comodidades, explican los investigadores, que se dan los jefes de los patios de las cárceles, especialmente, con el dinero que le quitan bajo engaños, intimidaciones y amenazas a sus víctimas, a través de las llamadas extorsivas.
¿Cómo ingresan celulares a La Picota?
Ahora, la pregunta es: ¿cómo ingresan esos teléfonos celulares a cárceles como La Picota, o de máxima seguridad como Cómbita o Picaleña?
“Pueden ingresar a través de la misma guardia, que es como el primer enlace que hacen estas personas, pero principalmente esos teléfonos los ingresan también en horarios de visita, porque las mujeres, las esposas, cuando tienen esa oportunidad de la visita conyugal, pues dentro de sus partes íntimas se introducen los celulares, toda vez que para la guardia es muy difícil llegar hasta esa parte íntima por temas de derechos humanos”, afirmó un investigador del Gaula de la Policía.
Por estos hechos, ya el Inpec tiene funcionarios capturados.
“Hoy tenemos funcionarios que están privados de la libertad, a los cuales se les judicializó por estas malas prácticas penitenciarias”, aseguró el general Botero, al anotar que, durante el 2021, “han sido capturados y separados de sus puestos 83 funcionarios penitenciarios”.
Hasta siete millones de pesos es el costo de meter un teléfono a una cárcel.
“Un smartphone te puede costar entre 800 y un millón de pesos, un iPhone te puede costar entre seis o siete millones de pesos el ingreso del celular”, dijo el investigador del Gaula de la Policía.
El investigador agregó que los reclusos involucrados en la red pueden recuperar esa inversión criminal ganando el doble en tan solo una semana con las extorsiones.