Washington (EFE).- Hace décadas que Estados Unidos defiende, con mayor o menor esfuerzo, la solución de dos Estados para el conflicto entre Israel y Palestina. A raíz de la guerra de Gaza, el presidente Joe Biden ha revivido la idea, pero ¿va en serio este compromiso?
“Se requiere un camino de dos Estados con garantías reales de seguridad para Israel”, reiteró el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, durante su sexta gira por Oriente Medio desde el ataque de Hamás del 7 de octubre que derivó en la actual ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza.
Antes de la guerra, la Administración demócrata de Joe Biden centraba todos sus esfuerzos en ayudar a Israel a buscar un histórico acuerdo de normalización de relaciones con Arabia Saudí, pero la masacre perpetrada por el grupo islamista palestino, que causó más de 1.200 muertos, dinamitó las negociaciones.
La crisis humanitaria sin precedentes que sufre ahora la Franja de Gaza, donde más de 30.000 personas han muerto por los ataques israelíes, han forzado a Washington a volver a poner de nuevo el acento en la necesidad de crear un Estado palestino.
Dos Estados, un plan que siempre vuelve
Ni Estados Unidos ni la mayoría de países europeos reconocen la independencia de los territorios palestinos, hoy divididos entre Cisjordania, ocupada militarmente por Israel con un gobierno pseudoautónomo de la Autoridad Nacional Palestina, y la asediada Franja de Gaza, controlada por Hamás.
Pero la propuesta de Washington de una solución negociada entre israelíes y palestinos para crear dos Estados que convivan en paz no es nueva.
El demócrata Bill Clinton propuso en el año 2000 la creación de un Estado palestino en los llamados Parámetros de Clinton y el republicano George W. Bush presentó en 2003 la Hoja de Ruta para la Paz con la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas para apoyar una Palestina independiente.
Obama también lo intentó
La Administración demócrata de Barack Obama también apostó por la solución de dos Estados, pero las negociaciones fracasaron por las discrepancias sobre los asentamientos judíos y la liberación de prisioneros palestinos, mientras que el Plan de Paz del republicano Donald Trump fue rechazado por los líderes palestinos porque se alineaba con los intereses de Israel.
Cuando el Gobierno de Biden asumió el poder en 2021, no vio ningún beneficio en tratar de abordar ese tema porque no tenía “ninguna perspectiva razonable” de tirar adelante y decidió “dedicar su atención en otra parte”, cuenta a EFE Michael Hanna, analista del centro de ideas International Crisis Group.
Pero los hechos del 7 de octubre demostraron que el ‘statu quo’ ya no es sostenible, añade Hanna.
El Departamento de Estado confirmó a finales de enero pasado que Blinken ordenó a su equipo analizar “varias opciones” para el establecimiento de un Estado palestino independiente con garantías de seguridad para Israel, pero son muchos los analistas que ponen en duda que el Gobierno de Biden pueda tejer un plan exitoso al respecto.
Perspectivas poco alentadoras
Uno de los mayores obstáculos que durante décadas ha frenado las perspectivas para el Estado palestino es la fragmentación de su territorio, agravada por la construcción de colonias israelíes dentro de Cisjordania.
El Gobierno israelí declaró este mismo viernes como tierras estatales 800 hectáreas del valle del Jordán. Es la mayor extensión de tierra palestina designada para la construcción de colonias israelíes en décadas.
La noticia coincidió con la visita a Israel de Blinken. Condenó los despojos de tierras porque “hacen que la ya desafiante perspectiva de los dos Estados sea aún más complicada”.
Pero no parece que vaya a convencer al Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, el más derechista de la historia de Israel y otro de los grandes obstáculos para la creación de un Estado palestino.