El representante en el país de la firma encuestadora Mark Penn, el economista Bernardo Vega dijo que es probable que las encuestas que ordena el presidente Luis Abinader le indiquen que su popularidad se ha visto reducida.
En un artículo publicado este martes en el periódico Hoy, Vega atribuye esa probabilidad a las últimas medidas que ha adoptado el jefe de Estado, entre ellas la eliminación de todas las medidas restrictivas del Covid, la modificación de la Ley de Hidrocarburos en un momento que el precio del barril del petróleo está en alza por la violencia de Europa, y la decisión de construir una valla inteligente en la frontera.
Otro tema que maneja Bernardo Vega en su artículo del citado matutino, es que, las malas suertes que acompañaron a los tres gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano, ahora le ha llegado al PRM.
A CONTINUACIÓN EL ARTÍCULO COMPLETO DE BERNARDO VEGA
La mala suerte del PRD/PRM
Bernardo Vega
Cada vez que el PRD ha estado en el poder ha tenido mala suerte. Bosch ganó las elecciones a finales de 1962 apenas siete semanas después de la crisis de los misiles en Cuba la cual trasladó al Caribe la lucha entre el capitalismo y el comunismo. El falso “sambenito” de Bosch ser comunista le perjudicaría durante todo su Gobierno. Antonio Guzmán enfrentó los daños del huracán David y la tormenta Federico, así como el impacto de los altos precios internacionales del petróleo.
Salvador Jorge Blanco fue presidente durante la “década perdida” de América Latina cuando más de una docena de países de la región tuvieron que acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) dadas las altas tasas de interés y la renuencia de los bancos a prestar dinero. El Gobierno de Hipólito Mejía coincidió con la quiebra de Baninter y como (erróneamente consideramos nosotros), honró todos los depósitos, no importando su monto y hasta los que estaban en paraísos fiscales, el resultado previsible fue una fuerte devaluación e inflación.
Ahora, convertido en PRM, los seguidores de Peña Gómez son víctimas otra vez de la mala suerte. Durante sus primeros meses Luis Abinader tuvo que enfrentar la pandemia, vacunar al pueblo y lograr que este se resguardase utilizando mascarillas, al tiempo que suministraba ayuda económica directamente a los hogares. Ahora, cuando se pensaba que sin pandemia su Gobierno podría lucírsela, resulta que participa de una inflación mundial, la más elevada en cuarenta años.
En Estados Unidos esta es de un 7.5% y en Europa un 5%. En nuestro país el objetivo había sido que no pasase de un 4%, lo que se había logrado durante muchos años, pero se mantiene por encima del 9%.
La expansión crediticia por parte de los bancos centrales de los principales países del mundo para compensar el impacto de la pandemia, lo problemas logísticos en el transporte mundial y ahora la crisis energética y política europea han hecho subir el precio del petróleo, entre otros.
Es probable que las encuestas que ordena el presidente le indiquen que su popularidad se ha visto reducida y ha tomado por lo menos tres medidas para tratar de contrarrestar la situación.
Primero, ha anunciado que ya no hay que utilizar la mascarilla, algo riesgoso ante el surgimiento de una nueva cepa del Covid.
Segundo, que modificará la Ley de Hidrocarburos para que los impuestos que allí existen desaparezcan y dejen de acrecentar el valor de la gasolina, a pesar de que esos impuestos representan un 10 por ciento de todos los que se cobran y a pesar de que la violencia en Europa podría a través de nuevas alzas contrarrestar los efectos de la modificación de esa ley.
Tercero, es probable que si en una encuesta se pregunta si conviene al país que se construya un muro en la frontera para que no ingresen más haitianos, la respuesta sería positiva, pero si se hace diciendo que para construirlo habría que utilizar recursos que ya estaban programados para la educación y la salud, la respuesta podría ser bien diferente. Además, funcionarios del actual gobierno cuando estaban en la oposición se opusieron al mismo, el cual ahora se construye sin ninguna transparencia, lo que estimula la corrupción. La experiencia en Berlín y en la frontera entre México y Estados Unidos ha demostrado que el cavar túneles es una forma efectiva de neutralizar esa inversión.