Estados Unidos decide este martes si el presidente Donald Trump logra un nuevo mandato o es sustituido por el demócrata Joe Biden, en las elecciones más tensas y difíciles de la historia reciente de este país.
A la fuerte polarización política que vive EE.UU. se suma un avance descontrolado del coronavirus que mató a más de 231.000 personas, causó una calamidad económica y alteró la campaña electoral así como la forma de votar.
Hasta la tarde del lunes, 97 millones de estadounidenses habían sufragado por anticipado o por correo, lo que equivale a más de dos tercios de los votos emitidos en las anteriores presidenciales de 2016 y anticipa un récord de participación.
Además, el país sigue estremecido por una reciente ola de protestas contra el racismo y la brutalidad policial.
Como si eso fuera poco, Trump ha buscado sembrar dudas sobre la limpieza de las elecciones al afirmar con insistencia, pero sin pruebas, que hay un riesgo de fraude y anticipar una batalla legal por la votación, en medio de temores de incidentes o violencia política.
«Quizás nunca hemos visto una elección en toda la historia de EE.UU. donde el propio presidente ha causado tanta tensión, confusión, caos y negación de costumbres fundamentales de la democracia», dice Allan Lichtman, un historiador especializado en elecciones estadounidenses, a BBC Mundo.
EE.UU. ha celebrado diversas elecciones en momentos muy difíciles de su historia.
Lo hizo por ejemplo en 1860 durante una crisis por la esclavitud que derivó en una Guerra Civil; en 1932 en medio de la Gran Depresión; y en 1940 y 1944 a la sombra de la Segunda Guerra Mundial; y en 1968 tras el asesinato de Martin Luther King y disturbios callejeros.
Pero la de este martes «es la elección más importante desde la Segunda Guerra Mundial: lo que está en juego es el futuro de la democracia estadounidense», señala Lichtman, profesor de historia en la American University de Washington.
De hecho, la preocupación por la estabilidad de la democracia estadounidense recorre el espectro político, de izquierda a derecha: alcanza a tres de cada cuatro votantes (76%), según una encuesta del New York Times y Siena College.
En este clima de ansiedad e incertidumbre, parte del desafío es asegurar un desenlace ordenado y armonioso de los comicios.
Durante la campaña, Trump evitó inicialmente comprometerse a un traspaso pacífico del poder si fuera derrotado. Luego, en octubre, dijo que sí lo aceptaría, aunque de inmediato añadió que quiere «que sea una elección honesta».
El presidente ha basado sus sospechas de fraude en los votos por correo que aumentaron a niveles récord por la pandemia, aunque ninguna evidencia muestra que ese tipo de sufragios se preste especialmente a trampas.
Trump anticipó el domingo que prevé acciones legales por la votación en lugares como Pensilvania, un estado clave de la elección que puede tardar días en contar los votos por correo.
Biden, quien figuraba en las encuestas con una ventaja consistente a nivel nacional y menor en estados «bisagra», advirtió el domingo que «el presidente no se va a robar esta elección».
El candidato opositor había sugerido en junio que los militares podrían escoltar a Trump fuera de la Casa Blanca si se rehusara a aceptar una derrota, algo inimaginable hasta hace poco en este país.
El clima puede enrarecerse aún más si, como prevén expertos, el resultado de la elección demora en conocerse más allá de la noche de este martes o la madrugada del miércoles por el incremento de los votos por correo en algunos estados.
Fuente: bbc.com