La Universidad Liberty, situada en el llamado Cinturón de la Biblia de Estados Unidos -una inmensa región que va de Virginia a Colorado-, es un lugar digno de ser visitado. En su Departamento de Ciencia, por ejemplo, hay un colmillo de un mamut con el siguiente texto explicativo: «El mamut vivió durante la Era Glacial, que se produjo varios cientos de años antes del Diluvio». Y es que, según la Universidad Liberty, la Tierra tiene 4.500 años y los mamuts y los dinosaurios se extinguieron porque no había sitio en el Arca de Noé.
En ese centro docente, los únicos estudiantes casados que pueden optar a becas deben ser parejas «en las que ambos sean de sexo natural, casados con una persona del sexo opuesto». No en balde, la institución fue fundada en 1971 por el reverendo Jerry Falwell, uno de los líderes de la llamada «Mayoría Moral» de EEUU, que, tres décadas después, acabó en una seria controversia cuando dijo en televisión que la matanza terrorista del 11-S era «probablemente merecida» debido a los «paganos, y los abortistas, y las feministas y los homosexuales».
Así que, ¿qué hacía Donald Trump en Liberty el lunes 18 de enero de 2016, una semana antes de las primarias de Iowa, hablando ante el polideportivo, que estaba lleno hasta la bandera con 10.000 estudiantes, junto al rector de la Universidad, Jerry Falwell junior? ¿Por qué Falwell estaba, con su inmenso prestigio moral, abriendo de par en par las puertas de la comunidad evangélica a Donald Trump, casado tres veces y amigo de la élite de Hollywood, que tiene fama de cometer rigurosamente los siete pecados capitales?
La explicación fue que Trump se había arrepentido de su vida de pecador, y que compartía los valores de los evangélicos. Hubo rumores de que el entonces abogado del candidato, Steven Cohen, había ayudado a Falwell a recuperar ciertas fotos en las que el líder religioso aparecía en un jacuzzi con su esposa, Becki, y otro varón, todos en una actitud de regocijo. Pero nadie se las tomó en serio.
Cuatro años y medio después el varón del jacuzzi ha hablado. Primero, a la agencia de noticias Reuters. Y luego, a la web especializada en política Politico. Se llama Giancarlo Granda, es homosexual -y su actual pareja es descendiente de españoles- y, específicamente, ha tenido una relación sexual de años con Becki. Y, en cierto sentido, con Jerry. Porque, de acuerdo con el testimonio de Granda, que Reuters asegura que es del todo fiable y está apoyado en conversaciones online, fotos y vídeos, a Jerry lo que le gustaba era mirar mientras Becki violaba el Sexto Mandamiento con el chaval. El líder evangélico tenía un matrimonio abierto mientras exigía lo contrario a sus fieles.
Becki, Jerry y Giancarlo se conocieron en 2012 cuando el amante trabajaba de mozo de piscinas en el muy exclusivo Hotel Fontainebleau de Miami. Así, «el chico de la piscina» -como se le denomina en una demanda de Cohen contra Trump- hizo su agosto. Porque Falwell no se limitó a mirar. También le puso no un piso, que eso es muy antiguo, sino un hotel. El rector de Liberty University se gastó 4,7 millones de dólares (cuatro millones de euros) en un hostal gay friendly en Florida, con el chaval de la piscina como socio minoritario, aunque, aparentemente, Granda no puso ni un dólar. Y, para dar más morbo, Falwell puso a su hijo, Trey, como testaferro.
Pero no fue negocios, sino amor. En los vídeos mostrados a Reuters, Becki parece genuinamente enamorada de Giancarlo -«te echo de menos, ¿le haces esto a todas tus novias?»- mientras su pobre esposo trata de consolarla -«no le hagas caso, está tratando de ponerte celosa»-. Los Falwell aparecieron en numerosísimos eventos con su amigo, al que le llevan un cuarto de siglo. Finalmente, la alianza explotó cuando Falwell ofreció comprar a Granda su participación en el hotel, pero nunca le pagó.
Lo que siguió fue un eterno tira y afloja, que ha culminado en la explosión del escándalo justo cuando Cohen -transformado en enemigo furibundo de Trump y condenado a tres años de cárcel- está a punto de publicar sus memorias.
En las últimas semanas, Jerry ha tenido un comportamiento errático. Primero, colgó en su Instagram una foto en la que aparece en un yate, con la bragueta bajada, agarrando a una chica, mucho más joven, que muestra su vientre y tiene también el pantalón semidesabrochado. El líder de la «Mayoría Moral» trató de justificar la imagen diciendo que era «una humorada». Pero no coló. Liberty University le puso en «excedencia indefinida» y ayer por la noche aceptó su dimisión. El futuro de Falwell en la vida pública parece complicado. Casi tanto como su vida sexual.
Vía: elmundo.es
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