Santo Domingo. – Las recientes declaraciones de la vicepresidenta Raquel Peña sobre su «sueño» de llegar a la Presidencia han reconfigurado la dinámica interna del Partido Revolucionario Moderno (PRM). Aunque evitó confirmar una candidatura, su mensaje dejó abierta la puerta a una posible apuesta continuista dentro del oficialismo.
Más allá de una simple aspiración personal, el solo hecho de que Peña se refiera al tema introduce un nuevo elemento en la lucha por la sucesión de Luis Abinader, un proceso que se perfila como una de las disputas políticas más complejas de los últimos tiempos dentro del PRM.
¿Candidata natural o factor de tensión en el PRM?
Si Peña entra en la contienda, lo haría desde una posición privilegiada: su rol como vicepresidenta, su cercanía con Abinader y su imagen de gestora eficiente le dan ventajas evidentes. Sin embargo, esas mismas fortalezas pueden convertirse en su principal desafío dentro del PRM, donde ya existen figuras con aspiraciones y estructuras propias.
Uno de los principales focos de tensión sería con la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía. La relación entre Peña y la familia Mejía añade un matiz delicado: una competencia entre ambas podría dividir el respaldo de sectores que han sostenido al partido. Mientras Hipólito Mejía sigue siendo una figura influyente dentro del PRM, Abinader aún no ha dado señales claras sobre a quién favorecería en un escenario sucesorio.
A esto se suma David Collado, quien, aunque ha mantenido un bajo perfil político, sigue siendo un actor con peso en el empresariado y un potencial contendiente con respaldo estratégico.
El juego de los apoyos: ¿quién respaldará a Peña?
Más allá de la competencia interna, el desenlace dependerá en gran medida de cómo se muevan las fichas dentro del oficialismo. Un pronunciamiento abierto de Abinader a favor de Peña podría inclinar la balanza, pero lo más probable es que su respaldo se exprese de manera sutil, a través de gestos políticos y el comportamiento de las estructuras gubernamentales.
Peña cuenta con un fuerte respaldo en Santiago y sectores empresariales que han visto en su estilo discreto una garantía de estabilidad. Sin embargo, su posible candidatura podría generar cuestionamientos sobre la equidad del proceso interno, especialmente si se percibe como una continuidad directa del actual modelo de gestión.
El PRM no solo deberá definir quién encabezará su boleta en 2028, sino también qué tipo de liderazgo quiere proyectar para su futuro. La gran incógnita no es solo si Raquel Peña se lanzará, sino si el PRM la verá como la sucesora natural de Abinader o como una candidata impuesta desde el poder.