Quilpué (Chile) (EFE).– Pese a quedar cercado por el fuego, en medio de la voraz cadena de incendios que a principios de febrero segó la vida de 132 personas en la región de Valparaíso, el barrio de Botania quedó intacto: las llamas no tocaron ninguna de las casas y todos sus habitantes lograron evacuar a tiempo.
Es un milagro que en realidad oculta un pionero programa vecinal de prevención con proyección mundial.
Visto desde el aire, el barrio, un conjunto de aproximadamente 70 casas de distintos colores en el límite entre Viña de Mar y Quilpué, parece una isla en medio de tierra carbonizada y cerros ennegrecidos por ceniza, de árboles quemados que a días de haberse extinto el fuego aún colman el aire con un penetrante olor residual.
En tierra, los vecinos resaltan a EFE que lo que muchos ven como un prodigio es el fruto maduro de intensas jornadas de capacitación y limpieza, de la gestión racional de la vegetación en el territorio y, sobre todo, del compromiso de una comunidad cohesionada y con roles claros en un modelo que puede aplicarse al resto de Chile y exportarse al mundo.
Chile: enfrentando la emergencia por el fuego
Pertrechados con hachas, rastrillos, azadones y mochilas de agua con una capacidad de 18 litros, además de estanques ubicados en puntos estratégicos con capacidad de 3.500 litros, los vecinos de Canal Chacao, la población en la que se integra Botania y una de las más afectadas por los incendios, trataron de resistir.
Herramientas que forman parte de un kit proporcionado a la comunidad en el marco de un programa financiado por la organización estadounidense USAID junto a la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y Caritas Chile, explica a Efe Rodrigo Vargas, vecino y coordinador del programa en Botania.
La importancia de estar conectado
“Buscamos crear una unidad de criterio para cuidar cada casa y el entorno, alejar árboles de los techos, limpiar canaletas, no tener material combustible en los patios, que es fundamental. Si no está protegido el balón de gas, se acabó. Botania, en particular, siempre ha sido manejado por los vecinos”, detalla.
A este respecto, insiste en que “el programa estimula el conocimiento de los vecinos en estos temas y su vínculo con la autoridad a partir de un trabajo comunitario coordinado y legal, porque no es llegar y manejar las especies protegidas por ley, entre otras cosas”. “Lo principal era la fortaleza de nuestra redes comunitarias, trabajar en conjunto y tener un sentido de pertenencia”.
Para ello, se necesita estar conectado pese a que se caigan las telecomunicaciones, como ocurrió aquel fatídico viernes: equipados con radios walkie talkie, compartían información sobre el avance de las llamas que a esa hora ya consumían gran parte de los cerros viñamarinos que les rodeaban.
“Nadie imaginó que pasaría algo así”, explica a EFE Estrella Barrios, miembro de la coordinación vecinal antes de subrayar que los recursos existen , pero “falta que los vecinos se acerquen”.
Esa falta de participación tiene una expresión concreta: 250 casas de Canal Chacao -de un total de poco más de 1.000- quedaron arrasadas por el fuego, casi todas colindantes con un terreno privado donde sus dueños se resistieron a la poda de la vegetación.
Un modelo replicable
“Estamos buscando ampliar esta metodología en todo el país, aunque hay algunas consideraciones que se tienen que tener en cuenta: debe ser una comunidad organizada con líderes y lideresas que puedan gestionar el entusiasmo y participación de sus miembros”, explica a EFE, por su parte, el jefe nacional de Prevención y Mitigación de Conaf, Rolando Pardo.