A nadie le gustan más las sorpresas en la MET Gala que a Kim Kardashian, así que no es de extrañar que los rumores sobre su espectacular transformación en Marilyn Monroe se dispararan 48 horas antes del esperado acontecimiento. ‘La idea se me ocurrió después de la gala de septiembre del año pasado. Pensé: ¿qué habría hecho para el tema americano si no hubiera sido el look de Balenciaga? ¿Qué es lo más americano que se te ocurre? Y eso es Marilyn Monroe’, dice Kardashian. En el momento en que pisó la alfombra roja con el infame vestido brillante, su cabello rubio platino y perfectamente peinado, la referencia era inconfundible. ‘Para mí el momento más Marilyn Monroe es cuando cantó Feliz Cumpleaños a JFK, fue ese look’.
Basado en un boceto de Bob Mackie para el diseñador de vestuario de Hollywood de origen francés Jean-Louis, el vestido causó un gran revuelo cuando la actriz lo llevó para dar una serenata al presidente John F. Kennedy en su 45º cumpleaños en 1962. En las breves imágenes de su actuación, se puede oír al público eufórico, cuando se desprende de su abrigo de piel blanco para revelar el brillante look translúcido adornado con más de seis mil cristales. ‘Hoy en día todo el mundo lleva vestidos transparentes, pero en aquella época no era así’, menciona Kim Kardashian. ‘De cierta manera, es el vestido desnudo original. Por eso era tan impactante’.
Recién salido de la universidad y con sólo 21 años por aquel entonces, Mackie recuerda el momento vívidamente: ‘Después del día en que se dibujó el boceto, no tenía ni idea de para qué servía hasta que aparecieron fotos del evento en el periódico’, dice. ‘Marilyn estaba increíble y logró exactamente lo que pretendía. Los estudios Fox no la dejaban llevar nada demasiado revelador en las películas, por el escándalo del calendario de desnudos anterior. Y a ella no le importaba, porque ya la habían despedido. Su figura estaba en su apogeo, el vestido era un clásico de la moda de la época’.
Se dice que Monroe le pagó a Jean-Louis 1.440 dólares por la pieza a medida, que se vendió por primera vez en una subasta en 1999 por más de un millón de dólares como parte de la venta de su patrimonio con Christie’s. Luego se vendió por 4,8 millones de dólares en Julien’s Auctions en 2016, y posteriormente fue adquirida por el museo Ripley’s Believe It Or Not. Al día de hoy, ostenta el récord de ser el vestido más caro vendido en una subasta. ‘Soy una gran aficionada a las subastas y tengo varias piezas de JFK, así que conozco al dueño de Julien’s. Él me puso en contacto con Ripley’s y así fue como empezó la conversación’, dice Kardashian.
Guardado en una cámara oscura y controlada a una temperatura óptima de 68 grados y un 40-50% de humedad, el multimillonario vestido rara vez se ha separado de su forma de vestir cubierta de muselina, y mucho menos lo ha llevado otra persona que no sea Monroe. Antes de que Ripley’s accediera a prestarle la pieza a Kim Kardashian, la invitaron a probarse una réplica para comprobar su tamaño. Le quedaba perfectamente. Poco después, el vestido original voló en avión privado desde Orlando, Florida, hasta la casa de Kardashian en Calabasas. Sin embargo, la segunda prueba no salió como estaba previsto: ‘El vestido fue transportado por guardias y tuve que ponerme guantes para probármelo’, explica. ‘Siempre pensé que tenía muchas curvas. Me imaginaba que podría ser más pequeña en algunos lugares donde ella era más grande y más grande en lugares donde era más pequeña. Así que cuando no me quedó bien quise llorar porque no se puede modificar en lo absoluto’.
A pocos meses de la esperada MET Gala 2022, sólo había dos opciones: adelgazar para entrar en el vestido o encontrar otra cosa que ponerse. En su mente, sólo había una opción real: ‘Era esto o nada’, dice rotundamente. En las semanas siguientes, Kardashian siguió una dieta estricta para acercarse a su objetivo: ‘Me ponía un traje de sauna dos veces al día, corría a gran velocidad, eliminaba por completo el azúcar y los carbohidratos, y sólo comía las verduras y las proteínas más limpias’, explica. ‘Un mes después, estaba en las bóvedas de Ripley en Orlando para la prueba final. Esta vez, el vestido le quedaba como un guante: ‘Quería llorar de alegría cuando por fin me quedó,’ dice.
Pero Kim Kardashian sólo se puso el vestido original durante unos minutos. Dada la fragilidad y el valor histórico del vestido, no iba a correr ningún riesgo. De hecho, todo el proceso de vestirse parece una sofisticada operación militar. En primer lugar, salió de su hotel en bata y con casetas instaladas en el exterior para ocultar la vista de los paparazzi que la esperaban. A continuación, llegó a un pequeño probador situado junto a la escalinata de la MET Gala, organizado especialmente para la ocasión. Allí, un conservador de Ripley’s la asistió con guantes blancos: ‘Soy muy respetuosa con el vestido y con lo que significa para la historia de Estados Unidos. Nunca querría sentarme en él, ni comer en él, ni correr el riesgo de que se dañe, y no llevaré el tipo de maquillaje corporal que suelo llevar’, dice Kardashian, que se puso una réplica del vestido que también es propiedad de Ripley’s una vez que subió con éxito las escaleras. ‘Todo tuvo que ser específicamente cronometrado y tuve que practicar cómo subir las escaleras’.
Resulta que el vestido de ‘Happy Birthday, Mr. President’ no es la única réplica de Monroe que Kardashian tiene disponible para la noche. Es una de las tres. Aunque no está claro cuál de las otras dos será vista por el mundo entero, si es que lo es. ‘Tengo una réplica del vestido que llevó a los Oscar en 1962’, dice Kim Kardashian orgullosa del impresionante número de lentejuelas verdes de Monroe, de Norman Norell. ‘Creo que me lo pondré para comer pizza en mi habitación del hotel’.
Artículo originalmente publicado por Vogue US, vogue.com. Adaptado por Mónica Silveti
FUENTE: www.vogue.mx